Pues sí, en este último día hemos vuelto a tener el yacimiento muy completito. Dudábamos de los alumnos de primero que volvían a Madrid ayer después de haber estado trabajando en un campamento de Geología en los Pirineos. Pero nos han sorprendido gratamente regresando a finalizar sus turnos de campo... no como esos otros alumnos del año pasado que no voy a mencionar (y no miro a nadie... Olaya, Dani, Cynthia o Javi... por no decir algunos nombres... -más os vale que estéis estudiando bien para el examen de dentro de unas semanas-).
Con tanta gente en el yacimiento, la jornada ha transcurrido con algo de más alboroto del que estábamos acostumbrados en los últimos días. ¡Cuántas conversaciones paralelas! ¡Qué gran cacofonía! Pero también, ¡qué alegría de estar en un yacimiento vivo!
Como cada año, en el último día de campaña nos hemos dedicado a terminar de extraer los últimos fósiles que se encontraban expuestos y a igualar y aplanar las cuadrículas que han sido peor excavadas. El objetivo de estas dos actividades es no dejar ningún fósil que pueda sufrir las inclemencias del tiempo durante todo un año hasta la siguiente campaña de excavación y, por otro lado, evitar que con las lluvias de la próxima temporada de lluvias otoñales e invernales se genere una escorrentía significativa dentro del yacimiento.
También hemos recogido nuestro icónico toldo, justo cuando comenzaba un amago de tormenta que al final no ha cuajado. Así, hemos estado excavando sin cubierta durante la última hora de la campaña. Pero las nubes nos han protegido del sol.
Y lo que sí hay que decir es que las nuevas generaciones son cada vez más tranquis... ¡No se han querido venir a tomar algo después de cerrar el yacimiento! Que si estaban cansados, que si les pillaba mal, que si tengo que trabajar mañana, que si hay que estudiar... ¡Increíble!
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