CRÓNICA DE UNA INFILTRADA EN
EL EJIP
Día
1. Hora, las algo y media de la tarde.
Llegamos
a Cercedilla, buscando el camino que nos llevaría al lugar de encuentro de
tantos paleocientíficos. Tras equivocarnos, hallamos unos discretos “Gomphos”
que nos guiarían hasta nuestro destino. El lugar, siniestro, con demasiados
pasillos poblados de aliens y muebles devora-humanos que en su amabilidad los
responsables de la residencia habían advertido con carteles y cintas. Poco
tiempo pude admirar la cuenca donde tantos paleontólogos se reunían, pues
pronto nos llevaron a la civilización para dar inicio de lo que serían las
asombrosas próximas jornadas. Tras los discursos llegó lo importante, el
“piscolabis” que llenaría a un Mosasaurus (Figura 1). Tras la cuantiosa cena nos dispusimos a mojarnos
bajo la lluvia, regresar al yacimiento donde descasarían nuestros huesos y
comportarnos como paleontólogos, bebiendo cerveza.
Día
2. Los paleontólogos madrugan con arte.
Empezamos
el día con un desayuno clásico de galletas María y bollería variada. Después,
comenzó el espionaje. Abrimos sesión con impresionantes huesos bajo el
microscopio, porque ver rocas está pasado de moda en este Eón. El día prosigue
con vertebrados y sus excéntricas familias. En el primer break
descubrimos un mundo nuevo, las pastas de té se pueden tomar con zumo, no sólo
con café o té. Además, pudimos empezar a observar los primeros pósters cercanos
al pasillo, pues la marabunta de “come-pastas” no nos permitía avanzar (Figura
2). Regresamos a la carga con micromamíferos y las variantes de ratones pasados
tan trabajosos de hallar mientras trías y tan monos cuando los reconstruyes. Y
llega la hora de la verdad, la primera comida. Tras entregar nuestro sello de
“paleontólogos con derecho a sustento”, el imponente señor de la selva nos
sirvió cuantiosos hidratos mezclados en un único plato. Volvimos al lugar de
los hechos donde comenzaron con devora hormigas y terminaron con humanos.
Entonces fue la hora del segundo break o zumo break, una innovación en
este EJIP. Nos alimentamos de pececitos mientras leíamos los pósters del otro
lado de la pared. Finalmente entramos en el último ciclo, la
paleo-geo-divulgación o cómo reclutar personal para enseñar los misterios de la
Tierra al público diverso y concienciar de que también las rocas han de ser
salvadas. Y fue en ese momento cuando pudimos comenzar a inducir a la gente al
lado oscuro de la geología mediante nuestros malvados planes, incluyendo a
Gandalf el Jopi o la crueldad de nuestros terribles castigos a los crímenes
cometidos contra la Geología por los alumnos de Grado.Y después de la
publicidad... cena decente, concursos de dibujos y “el bar de un minuto”, ya
que en el lugar no cabrían más de 12 Megacricetodones y éramos
como 20 homínidos. Al regreso, canciones, más cerveza y Jungled Speed.
Cambiando
las galletas María por una magdalena y el zumo por café, nos pusimos en marcha
con los dinosaurios. Entre las grandes criaturas del pasado, que inspirarían al
mismísimo Lovecraft, se abrieron paso las aves y sus viajes. Así, pronto llegó
la hora al arte moderno o diferenciar paleo-artistas de paleo-ilustradores,
cerrando sesión con cómo poner rejas a las grandes obras de paleoarte con un
estilismo algo discutible. Terminamos de recorrer los increíbles mundos que
ofrece el póster y a partir de aquí, el ámbar se nos pegaría, descubriendo cómo
todo queda registrado, incluyendo crímenes prehistóricos. Siguieron las charlas
de otros infiltrados, que pasaban bien por paleontólogos diciendo
paleo-palabras en sus ponencias. Hasta
que apareció Azagador y su paleo de paella tamaño Diplodocus. Ya después
del nuevo mejunje sin sal (arroz tres delicias a la que le faltaban las
delicias o sabor al menos) emprendimos la inconmensurable tarea de hacernos el
cuadro familiar en la parte oculta de la residencia, el jardín de detrás. Allí,
entre equilibrios y tensiones inmortalizamos nuestros rostros, para ayudar a la
reconstrucción paleo artística dentro de unos millones de años. Una vez
plasmados en píxeles, nos pusimos con invertebrados y para sorprender al espía,
hablaron del Ordovícico, pizarras y sus bichos. Se incluyeron en el ciclo
geoquímica y el método “Font” para estudiar bivalvos. Tras el “coffe no
siesta”, comenzamos con las grandes olvidadas del paleoarte con impresionantes
sesiones de vegetación. Terminamos con la mesa redonda para motivar a los
investigadores en su lucha contra “la paleo no da de comer”. Aplausos,
agradecimientos y para finalizar, un inesperado concierto de Blues para recordarnos
que no sólo somos investigadores, y que nos une hasta la música. Entonces fue
el momento esperado: la gran cena, incluyendo abreboca, plato de carne (o
tocino) y el cumple de Blanca, que más tarde sería el de Omid. Y votamos. Se
votó con seriedad, preguntando quién expuso qué y los apellidos de los
coleguitas. Empezando por el Premio Somosaguas, seguimos con el del Pakozoico y
se terminó con Tranzmitting y la SEP. Ningún ganador fue injusto, no sólo eran
guapos, también grandes, como todos los paleontólogos que asistieron allí y nos
hicieron el gran honor de entregarnos el premio al mejor comunicador (Figura 3,
Muchas gracias Paco Gascó!).
Y
así termina la historia de cómo el multidisciplinario Omid reclutó a dos geo
frikis para convertirlos en un estratígrafo y una petróloga de pro que
consiguieron dejar icnita (huella
en castellano) en el gran congreso de Jóvenes Investigadores en
Paleontología de Cercedilla, en el año de nuestra “diversificación”, 2015.
¡Nos
vemos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario