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lunes, 8 de octubre de 2012

Anécdotas y curiosidades de la Gymkhana por Madrid

                                        

Como continuación de la entrada de Eli, centrada en el aspecto más científico, yo os comentaré lo acontecido durante las dos jornadas de gymkhana que hemos realizado para validar los cuestionarios y los aspectos más lúdicos del trabajo.

El juego consistía, como bien sabéis, en una gymkhana-rol por las calles de Madrid en el que cada grupo de participantes, para ganar, tenía que resolver correctamente una serie de preguntas geológicas en un plazo inferior a tres horas. Todas las rutas partían desde el mismo punto, la Facultad de Ciencias Geológicas de la UCM y concluían en el yacimiento de Somosaguas, junto a la Facultad de Sociología. Entre ambos puntos había paradas distintas, que era lo que hacía que cada ruta fuera distinta. Así, la ruta 1 transcurría cerca del Planetario; la ruta 2 se centraba en el Museo Geominero y la Ruta 3 tenía una importante parada en el Retiro.

Cada miembro del grupo, mínimo cinco participantes, debía elegir antes del inicio de la prueba una especialidad de las cinco ramas de la geología que proponíamos: mineralogía; petrología; paleontología; geodinámica externa e interna; sedimentología y estratigrafía. Así, cada alumno representaría el rol de un geólogo experto y la prueba sería vista como un equipo de geólogos en una empresa, en la que cada uno debía realizar una especialidad. Cada grupo también disponía de una serie de utensilios geológicos, como lupa, brújula o metro de carpintero, que serían necesarios para la resolución de algunas pruebas.

Pero lo que más nos interesaba a los malvados monitores eran los castigos. Cada ruta tenía una serie de castigos de distinta índole. Los había de tiempo (dejar pasar un metro o un bus, esperar 5 minutos antes de montar en el siguiente tren), material (perder la brújula para la siguiente prueba, quedarse sin el asesoramiento de uno de los especialistas) o castigos divertidos (ir andando marcha atrás, cogidos de la cintura o de la mano, hasta la siguiente parada) que permitían relajar el ambiente. Hay que decir que aquellas preguntas donde tenían pista, como comentó Eli en la anterior entrada, no tenían ninguno de estos castigos, sino que la penalización consistía simplemente en dejar al equipo sin esa pista, haciendo más difícil averiguar el tema incógnita.

Con todo, organizadas ya las rutas, las penalizaciones, los cuestionarios y las chuches (sobre todo las chuches ,¡¡Ou yeah!!), decidimos llevar a cabo una primera prueba con alumnos de cursos superiores, coincidiendo con el Día de la Tierra. Los compañeros que fueron engañados vilmente para participar en la gymkhana-rol fueron David Martín, Jesús Javier Rey, Valeria Turri y Sebastian Forero, de 2º de grado, acompañados por Omid en la ruta 1; Andrea Casado, Irene Novo, Ernaud de Villepreux, Adrián Ruíz y María Olmos, de 3º de grado, con Eli en la ruta 2; y Pau Aragonés, Pablo Font, Gabriel López y Rubén Perales, una selección de lo mejorcito de 4º y 5º de licenciatura, con Dani en la ruta 3. Como diría Gandalf en “El señor de los anillos” el tablero está dispuesto y las piezas se mueven.

La prueba nos llevó toda la mañana y parte de la hora de la comida, una mañana, sea dicho de paso, algo lluviosa y nublada. Pero eso no impidió que se produjeran anécdotas divertidas. En el grupo liderado por Omid, los conocimientos de los chicos eran tales que pudieron resolver toda una sección de preguntas sin realizar la parada propuesta en el Planetario. Respecto al grupo guiado por Eli, fueron tan amables de acceder a un castigo sólo para salir en las fotografías. Así, tuvieron que andar cogidos de la cintura durante su paso por la Facultad de Trabajo Social. En cuanto al grupo de Dani, los elevados conocimientos de los participantes hacían que pasaran de determinadas pruebas que requerían detenerse en vitrinas para observar algo, pues suponían que no les hacía falta. Realmente tenían razón y resolvieron correctamente las preguntas, pero el tiempo que ganaron en no mirar las vitrinas lo perdieron en intentar recordar conceptos y en los extensos debates que surgían entre ellos. Esos conocimientos hicieron además que fueran extremadamente puntillosos con las respuestas, y se inventaran opciones y casillas en las preguntas, pues las consideraban poco concretas. En el uso de la brújula también optaron por su experiencia. Por ello, en lugar de utilizar el método de la visual (ni se lo plantearon siquiera) usaron el mítico “método del lapicero”: consiste en utilizar a un sujeto de prueba (en este caso Gabi) como escala, el cual se ponía al lado de la columna del monumento a Alfonso XII del Retiro. Conociendo su estatura y viendo lo que la longitud de un lapicero a distancia coincidía con dicho personaje, el resto del grupo, al otro lado del lago, prolongaba la longitud del lápiz tantas veces como fuera necesario para cubrir la altura de la columna. Sorprendentemente, dieron con el resultado correcto, para incredulidad y desesperación de su monitor Dani.

Sin embargo, ese alarde de maestría y destreza lapiceril no les sirvió para mucho, ya que la prueba la ganó el equipo de Omid, quedando el grupo de Dani en última posición, contra todo pronóstico y con media hora de retraso sobre el horario estipulado. El hambre y las perspectivas de que aquello se podía prolongar por lo menos media hora más hicieron que les perdonáramos la resolución de las pruebas de esa parada. Como lo que queríamos todos de una maldita vez era comer y al ser terceros por lo menos jugaban Champions League, no hubo quejas por parte del equipo. Finalmente, durante la entrega de premios (unas suculentas chucherías que para algunos era el motivo principal por el que se apuntaron), se jugó a la mímica con los temas incógnitas hallados, mientras comíamos sentados en el suelo de la Facultad de Trabajo Social, simplemente para divertirnos un rato ante todas las personas que allí estaban.


La segunda prueba fue realizada en septiembre. Los conejillos de indias que utilizamos en esta ocasión fueron Daniel Alonso, Luis Monasterio, Andrea Mazón, Mar Simonet, Julia Recio, Lucía de la Ossa y Esther Rojo, que se dividieron en dos grupos. Así Dani guió a las tres chicas de tercero (Esther, Lucía y Julia) y Eli a los alumnos de segundo. Para estas nuevas rutas, debido a los infortunios del tiempo, redujimos los espacios exteriores y concluimos la ruta en tres puntos principales, con más cantidad de pruebas en cada una. Estas fueron la Facultad de Geológicas, el Metro de Ciudad Universitaria y el Museo Geominero.

Durante el trayecto, de nuevo ocurrieron varios hechos memorables. Uno de ellos era la discrepancia entre usar escaleras o ascensor en el grupo de Eli. Tampoco este grupo supo realizar la prueba de la visual, aunque por suerte supieron contestar correctamente la pregunta. Este grupo tuvo dos castigos, uno por no saber que menor masa de placa produce subducción y no la mayor, por lo cual fueron de la cintura cogidos durante la siguiente prueba. El otro castigo prefirieron hacerlo por cuenta propia, ya que les divertía de sobremanera. Remarcables son los dos grandes momentos de la mímica, en que tuvieron que descubrir la palabra “Físico”, haciendo gestos de cuerpo y de estudiante del péndulo, donde alguna respuesta fue un tanto, digamos, no apta para menores. También es señalable el precioso dibujo que realizó Andrea Mazón para que averiguasen la pista 2: “Padre e Hijo”.


Del grupo de Dani hay que decir que hubo un momento durante la prueba en que el monitor perdió de vista a sus alumnas, cuando estas bajaron a la biblioteca de Bío para buscar en Internet una definición. Dani creyó que iban a la biblioteca de Geo y las extravió. Esto debió de ser penalizado por alta traición a los valores geológicos, pero es cierto que les pillaba más cerca esa biblioteca teniendo en cuenta el lado por el que habían bajado (los problemas del tiempo limitado). Además, ya habían sufrido anteriormente el castigo de ir andando de espaldas (donde se llevaron algún que otro golpe), por lo que no había disponible un castigo más humillante con el que enmendaran su grave error. Por lo demás, todavía estamos intentando averiguar qué significaba esa cosa que dibujó Lucía para intentar que sus compañeras de equipo averiguaran la pista “Universidad Complutense de Madrid”. Y también hay que comentar que Julia se las vio y se las deseó para representar con mímica la pista “Español”, siendo algunas respuestas de sus compañeras “facha”, “bandera de Cataluña” o “selección española de los Juegos Olímpicos”.

El grupo de Eli, más rápido, ganó la prueba, tras lo cual se dedicaron a visitar el museo al completo, como buenos geólogos. Allí se les entregaron los premios y finalizó la gymkhana. El grupo de Dani, como la vez anterior (y que conste que no es ningún tipo de gafe), llegó más tarde, por lo que las pobres chicas del grupo se sintieron un poco mal. Sin embargo, como buenas deportistas, a pesar de que el otro grupo se dedicaba a charlar distendidamente sobre aspectos fundamentales de la vida cotidiana, como depilación, geólogas con tacones y salidas de campo, decidieron terminar las pruebas que les quedaban por resolver. Su tardanza al final les valió para algo, pues al sobrar premios, ellas recibieron más ejemplares que los demás, para ese “sobrinito” o “primito” que todos tenemos, ejem... Pero esto no lo debe saber el otro grupo.

Finalmente, después de la prueba para unos y durante la hora de la comida para otros los monitores pasamos unos cuestionarios para que nos evaluasen la actividad. Los resultados de estas encuestas ya las ha comentado Eli.

Y eso fue todo. Agradecemos a Ana Rodrigo y demás investigadores y trabajadores del museo Geominero su apoyo en la realización de la prueba y los regalos geológicos (posters, DVD, tablas cronoestratigráficas, etc.) que nos cedieron para premiar a los participantes. No podemos terminar este texto sin agradecer la participación de todos los estudiantes, movidos por el afán científico unos, motivados por las suculentas chucherías del final otros, pero todos ellos con gran ilusión. Gracias por no importaros perder una mañana de sueño o de estudio en aras de la ciencia. ¡Os queremos! Bueno, a Perales no, pero a los demás sí.



sábado, 6 de octubre de 2012

Crónica oficial de la Gymkhana por Madrid

Durante todo el pasado curso 2011/2012, Elisenda Rodríguez y Daniel Romero, con la inestimable ayuda de Omid Fesharaki, hemos planteado la posibilidad de la elaboración de una gymkhana-rol que sirva como método alternativo para la enseñanza y evaluación de las ciencias geológicas. A diferencia de las rutas geourbanas propuestas por muchos otros autores, nuestra propuesta ha sido más ambiciosa, pues no se centra sólo en un determinado lugar (un museo, las fachadas de los edificios de una calle, etc.), sino que consta de distintas paradas a lo largo de toda la ciudad de Madrid. Además, a diferencia de las rutas geológicas publicadas con anterioridad, la que nosotros proponemos pretende ser, a parte de didáctica, un modo distinto de evaluar los conocimientos en las Ciencias de la Tierra para alumnos de primeros cursos de carrera, alejado de los convencionales exámenes que se realizan en las universidades y que permita ilusionar a los alumnos en vez de truncar alguna que otra aspiración a ser un futuro científico.

Como todo trabajo de investigación, la tarea previa consistió en la búsqueda y lectura de artículos relacionados con didáctica de las ciencias (de la geología especialmente); con la necesidad de la realización de pruebas a lo largo del curso como forma de afianzar los conocimientos; con las posibilidades de distintos juegos o actividades, como las gymkhanas o las obras de teatro, como método didáctico de la geología; con este tipo de pruebas como forma de acercar la geología al público general; con cómo los estudiantes se sienten más cómodos trabajando con profesores jóvenes y cómo este tipo de actividades fomentan el trabajo en un ambiente distendido y el aprendizaje significativo. También comprobamos a través de la bibliografía la alarmante ausencia de la geología en todos los ámbitos de la educación, desde los primeros años hasta la ESO o Bachillerato, haciendo que los estudiantes universitarios, incluso los de ciencias geológicas, tengan carencias en conocimientos básicos sobre la materia.

No obstante, la lectura bibliográfica sólo era una parte del trabajo, pues no nos conformábamos con repetir lo que otros habían hecho en otras rutas, sino que queríamos encontrar lugares nuevos dentro de la ciudad donde ver la geología, pues así permitiríamos a los participantes descubrir que las Ciencias de la Tierra están más presentes en nuestro entorno de lo que creemos. Para ello, nos dedicamos en primer lugar a la búsqueda, por un lado de bibliografía donde vinieran rutas geológicas hechas previamente, y por otro de lugares en la ciudad, como museos, exposiciones o parques, con el suficiente contenido en geología como para considerarlo un posible punto de interés en la prueba. Así, desde el yacimiento de Somosaguas o la facultad de Ciencias Geológicas, lugares que ya conocíamos bien, hasta el Museo Geominero, el Museo de Ciencias Naturales o el Planetario, fueron algunos de los centros y museos que consideramos interesantes; y zonas como el parque del Retiro, Madrid Río, las estaciones de Metro de Ciudad Universitaria, Príncipe Pío, Carpetana y Ríos Rosas o las fachadas de edificios fueron algunos de los lugares no dedicados a la ciencia en los que encontramos cosas interesantes. Una vez elegidos, sin descartar ninguno de ellos, visitamos las zonas en persona y nos dedicamos a pensar en todas las posibles preguntas que se podrían hacer en cada uno de los lugares considerados. Sólo para el Museo Geominero y la Facultad, donde tuvimos que visitar todas sus plantas, vitrinas y carteles, rellenamos unas 12 hojas de Word con preguntas, con lo que, si lo sumamos al resto de posibles paradas, acabamos con una lista de preguntas de cada lugar considerablemente grande.

 A partir de ellas, realizamos el siguiente paso, que era elaborar las rutas. Para ello, intentamos abarcar gran parte de la ciudad para evitar que todas las rutas se concentraran en una pequeña zona y resultara así más atractivo. Las dificultades de esta parte estaban en intentar buscar la forma más rápida de ir de un punto a otro, con lo que tuvimos que tener muy en cuenta la red de transporte público de Madrid, la presencia de paradas de bus, tren o metro en las cercanías de la zona, así como los trayectos más cortos, para hacer que la resolución de la actividad sea lo más rápida posible. Al mismo tiempo decidimos incorporar un hilo conductor a la prueba, un “tema incógnita” que, por medio de pistas, debían resolver los distintos equipos para ganar el juego. Éstos eran conceptos relacionados con la geología, ya sean nombres de personalidades importantes (Weggener, Hutton, Tuzo Wilson...), de eventos importantes (extinción de los dinosaurios, aparición de las primeras plantas terrestres, comienzo de la tectónica de placas, aparición del huevo amniótico,…), de conceptos geológicos (diagénesis, metamorfismo, vulcanismo,...) o de lugares de interés geológico (Ediacara, Deccan Tapps, Timanfaya,...). A estos conceptos había que sumarles, las posibles pistas que tendríamos que dar a los alumnos, considerando como mínimo unas cuatro por tema. Con toda esta gran cantidad de información (preguntas, temas incógnita con sus pistas y trayectos de metro y tren) comenzamos a seleccionar las paradas, las preguntas de cada parada, el nivel de dificultad de las mismas, el número de ellas que se realizaría en cada punto, el tipo de pregunta (tipo test, gap filling, ordenar viñetas, memoria visual, mímica, dibujo, medidas con brújula,...) y los temas que venían mejor en cada ruta, haciendo que las pistas de cada “tema incógnita” encajaran de alguna forma con alguna de las preguntas del cuestionario, para facilitar la presencia de ese hilo conductor. Así, al fin realizamos  los cuestionarios. Para comprobar más fielmente la duración o la dificultad de la prueba, los tres autores realizamos en persona las rutas, visitando los puntos que se reflejaban en los cuestionarios.

Sin embargo, consideramos que si queríamos realmente validar las distintas rutas antes de la prueba final, debíamos hacer la actividad con alumnos, pues así comprobaríamos las posibilidades reales de la gymkhana y al mismo tiempo detectaríamos erratas o fallos en los cuestionarios.

Tras realizar la primera prueba en Abril, se trabajó en múltiples correcciones. Comenzamos por reunir los datos de las rutas, lo que se hizo bien y lo que no, lo que gustó o disgustó y dónde había carencias de conocimiento, siendo principalmente el uso de la brújula y los conocimientos de geometría espacial. Además comenzamos a preparar rutas de nivel más bajo de conocimientos para primero de carrera. Contactamos con Ana Rodrigo del Museo IGME, quien nos proporcionó regalos geológicos (pósters, DVD,…). Planeamos realizar la última prueba en Junio, pero debido a que los alumnos de primero tenían campamento y exámenes, no se realizó.

Durante los meses siguientes, hasta agosto, estuvimos terminando el trabajo escrito, haciendo correcciones, añadiendo datos y principalmente, arreglando la bibliografía. Cada coma y cada letra debían ser miradas con lupa, por lo que hubo varios intentos antes de terminarla con éxito.  Realizando estas correcciones, fuimos conscientes de que algunos de los trabajos que citábamos, por motivos inexplicables, no existían, pues no encontramos de dónde salieron ni por qué las teníamos. A pesar de dichas incógnitas y 6 páginas de bibliografía, concluimos la parte más teórica.

Llegado Septiembre decidimos que era necesario realizar algunas fotos de mayor calidad y de paso, afianzar resultados. Así pues convocamos a alumnos de diversos cursos para que realizaran de nuevo unas rutas.

A estas alturas de año, ya teníamos prácticamente terminado el artículo. Sólo había que añadir lo concerniente a esta última prueba y poco más, por lo que pudimos sacar algunas conclusiones del conjunto del trabajo:

  1. Los alumnos consideraron este tipo de pruebas muy divertidas y muy útiles para afianzar sus conocimientos, e incluso para aprender alguna cosa nueva. Uno de los aspectos que destacaron era la tranquilidad que proporciona trabajar con monitores o profesores jóvenes, y que no eran profesores suyos, lo que aumentaba la camaradería y el buen ambiente entre los grupos. Otro aspecto influyente fue que este tipo de actividades se alejaban de las típicas salidas de campo, descubriéndoles una nueva forma de ver la geología y de poner en práctica sus propios conocimientos.

  1. Todos los grupos, en todas las rutas, tanto en la prueba de abril como la de septiembre, encontraron dificultades en aquellas preguntas que requerían el uso de la brújula o de métodos de geometría espacial. Muchos nos comentaron que la técnica de lanzar visuales sólo la vieron muy de refilón en una salida de campo en el primer año de carrera, por lo que realmente no sabían dominar esta técnica. Si tenemos en cuenta que para ello se debe emplear la brújula, instrumento vital para el geólogo, este es un problema muy grave que se debería solucionar.

  1. Muchos se sorprendieron de la presencia de la geología en sitios tan dispares como fachadas o parques. Un grupo en especial encontró muy interesante la parada del Retiro, no sólo por la belleza del paraje, sino porque nadie podía sospechar que un parque donde lo que más hay son árboles y fuentes, diera para cinco o seis preguntas de distintas ramas de la geología.
 
Por lo que a nosotros respecta, este trabajo nos ha permitido aprender muchas cosas. Por un lado, la importancia del trabajo en equipo, que en este caso ha sido vital por la enorme cantidad de información y de lugares que debíamos visitar y testear. Otro aspecto que nos ha gustado y, en especial, sorprendido, es encontrar la geología en lugares donde nunca sospechamos. Si realmente nos fijamos, tan sólo hay dos museos puramente geológicos en la capital (Museo Geominero y Museo de Ciencias Naturales), pero este trabajo nos ha descubierto que existen más lugares, no sólo exposiciones (“Paisajes de Marte” del Planetario o la propia Facultad de Geológicas de la UCM) sino parques (Madrid Río, el Parque del Retiro), calles y plazas (Ópera, Plaza Mayor, Palacio Real) y paradas del metro (Príncipe Pío, Carpetana, Ciudad Universitaria), donde se puede ver geología. Se puede decir que las ciencias geológicas nos rodean, incluso en la gran ciudad. Sólo hay que saber buscar y saber mirar.

Otro aspecto a destacar es el entusiasmo que nos han demostrado los participantes. A pesar de ser un juego, algo aparentemente indicado para niños, los alumnos han afrontado esta actividad con muchísimas ganas, incluso sin el incentivo de las chucherías o los premios geológicos finales. Quizá, por ser ellos mismos estudiantes y conocer sus propias limitaciones y carencias, entendían esta prueba como una forma distinta de aprender y de dar a conocer los problemas y deficiencias que el sistema educativo español, a todos los niveles, tiene ante las ciencias de la Tierra, para poder solucionarlos en el futuro próximo.





  Muchas gracias a todos y hasta la próxima!!!