viernes, 26 de abril de 2013

Aventuras y desventuras de un friki-ejipero en Atarfe. Parte 1.


-          ¿A dónde vais? – pregunta la chica de la compañía de alquiler de coches.
-          A Granada – respondemos nosotros.
-          Ah, a Sierra Nevada, ¿verdad?
-          No, a un congreso.

La muchacha nos echa una mirada de incredulidad.  “¿Estos cuatro tipejos son el futuro de este país?” pensó ella. “Menos mal que no la dijimos que era un congreso de paleontología”, pensé yo. Y con el coche alquilado, el Granada Mix 2013 a punto y la bolsa de Cheetos sabor barbacoa a mano, Pablo Font, Angelillo, Chechu y un servidor nos disponemos a viajar a Atarfe, Granada, para acudir al XI Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología. De los cuatro sólo expongo yo. Los demás vienen por las drogas.

Episodio 1: de retrasos y cagadas.

Después de 5 horas de viaje al ritmo de Los Gandules, Mojinos y demás grupos de freak-metal llegamos finalmente a Atarfe, nuestro destino. La ciudad nos recibe con cerca de 35º C de temperatura y con un sol radiante, algo que a un segoviano como Pablo no le agrada nada, aunque la visión de Sierra Nevada cubierta de un manto blanco le recordó al frío polar de su amada tierra.

Para Pablo, ahí arriba hace calor
 Tras notificar nuestra llegada a los organizadores del evento y después de regalarnos una mochilla muy pintiparada con muchas cositas dentro, nos disponemos a inscribirnos en nuestro hotel. Allí nos encontramos con una escena digna del mismísimo Billy Wilder. En un caos de gente subiendo y bajando las escaleras, nosotros cuatro estábamos esperando a que el recepcionista terminara de acomodar a otros cuatro ejiperos que habían llegado antes que nosotros. Todo esto en un cuchitril de unos cuatro metros cuadrados. “No puezé, no puezé”, repetía una y otra vez el hombre del mostrador, pero cuando llega nuestro turno las cosas no mejoran: somos cuatro, pero realmente íbamos a ser seis porque iban a venir un amigo y una amiga de Chechu de Alicante, que se demoraban porque se habían parado por el camino a coger aragonitos (¿¿??). “No puezé, no puezé”, repetía el amable recepcionista, pues no había habitaciones para seis y no era plan de poner a una mujer con tanto hombre desconocido en una habitación. Finalmente, encontramos una solución al problema y aquel hombre respiró tranquilo. Al final, “zi pudo zé”.

Acomodados y elegidas ya las camas con una sorprendente tranquilidad (se esperaba una cruenta pelea por elegir nuestros catres) volvemos al Centro Cultural para el piscolabis de bienvenida cuando ocurrió algo antológico: de pronto noté un impacto seco en la cocorota y temiéndome lo peor comprobé efectivamente cómo un ave indeterminada había defecado sobre mi negra cabellera. Cundió el pánico. ¿Cómo voy a ir a una cena oficial con un cagardo en la cabeza? En un primer momento pensé que sería un puntazo ir a una cena de bienvenida de un congreso paleontológico diciendo que un dinosaurio me ha cagado en el pelo, pero luego recapacité y decidí regresar al hotel a lavarme.

 Solucionado el entuerto y saqueando todo lo que había sobre la mesa (sólo había comido un bocata en todo el día) vi que la gente empezaba a llegar poco a poco: Alex y J, que habían venido con sus respectivas amantes, al igual que David; así como algunas personillas más como Ernaud y demás representantes del EIIGPBS, acompañados de algunos de los personajes más entrañables y carismáticos del panorama científico español, como Adri, Irene, Juan, Blanca… O Eloy. Aunque a Eloy el término entrañable no le pega mucho.

El futuro de la paleontología española
  
Terminada la cerveza empezamos a dispersarnos buscando más cantidad de ese dorado brebaje. Fue entonces cuando descubrimos que seguíamos echando en falta a gente, con el consiguiente problema de que no quedaran alojamientos para todos. Y esto es lo que le pasó a Iris y su compañera Noelia. “No puezé, no puezé” repetía una y otra vez nuestro apreciado recepcionista. Y esta vez “no podía zé” de verdad. Ni la mediación del carismático Pablo Font y su don de gentes pudieron hacer nada. Pero entonces vino una solución inusitada: las dos muchachas acabaron siendo alojadas en un apartamento para ellas solas. ¡Ya teníamos un piso para irnos de fiesta! Pero somos científicos y vivimos todo el tiempo encerrados en nuestro cuarto delante del ordenador estudiando la filogenia de distintos roedores del Mioceno, así que no iba a pasar nada… al menos en ese piso.

Eloy dándolo todo vol. 1
Pero como diría la hechicera roja de R’hllor, la noche es oscura y alberga horrores y todos los ejiperos fuimos a refugiarnos de la oscuridad al pub del pueblo, un bar con un nombre que recordaba a unos polvitos blancos muy divertidos. Ya acomodados todos, incluso los que faltaban por venir, entre unas partidas al futbolín y la “enorme” destreza de Eloy jugando al billar, decidimos despedir ese emocionante día y empezar como se merece estas intensas jornadas paleontológicas que estaban aún por llegar.

1 comentario:

Manuel Hernández Fernández dijo...

Eso es Dani, que no se pierda la costumbre de narrar las peripecias del equipo en cada EJIP.

Espero ansioso la siguiente entrega.