miércoles, 10 de junio de 2009

Fe de erratas, unas buenas revisoras y de cómo sacar partido a un error garrafal…

Doce ojos ven más que ocho
y seis cerebros piensan mejor que cuatro...

Por eso el proceso de revisión por pares ("peer review") es tan importante en el sistema de publicación de las revistas científicas. Y no hay mejor manera de demostrarlo que con un ejemplo.

Hace dos días veíamos que ya todos los artículos presentados en el VII EJIP por el EIIGPBS estaban libremente disponibles en internet… Hoy voy a hacer un pequeño inciso sobre uno de ellos:

ResearchBlogging.orgPerales, R., Serrano, H., García Yelo, B.A. & Hernández Fernández, M. 2009. Inferencias paleoambientales del Mioceno medio de Somosaguas (Pozuelo de Alarcón, Madrid) basadas en la estructura de tamaños corporales de su fauna de mamíferos. Paleolusitana, 1: 317-325. (PDF, 276 kb)

Nada más abrir el PDF detectamos una nota que nos informa de que ha habido un error en el resumen del artículo. Donde dice “… Somosaguas podría estar situado en un área de semidesierto, reflejando un ecotono entre sabana y desierto.” debería decir “… Somosaguas podría estar situado en un área de sabana.”. Bueno, la fe de erratas está para advertirnos y no debería tener más importancia… pero… ¿cuál es el origen de esa errata? Eso sí resulta jugoso…

Todo empezó hace unos tres meses cuando Humberto y Rubén estaban tomando los datos necesarios para inferir los pesos de las diferentes especies de mamíferos que habitaron en Somosaguas durante el Mioceno medio. La combinanción de esta información con los datos que Blanca poseía sobre ecosistemas actuales permitió obtener unos resultados sumamente interesantes. Según el tipo de metodología que se usase, el bioma inferido para Somosaguas era sabana (lo esperable según los múltiples estudios realizados sobre el tema hasta la fecha) o… desierto (algo que era nuevo y relativamente inesperado). La solución era definitivamente muy sencilla… lo más probable es que Somosaguas se encontrara hace 14 millones de años en una zona semi-desértica, en un área de transición (lo que se conoce como un ecotono) entre la sabana y el desierto. Cada una de las dos metodologías usadas detectaba una de esas posibilidades porque cada una de ellas se fijaba en distintos aspectos de la estructura ecológica de la comunidad. Emocionados por haber encontrado una nueva evidencia de la sequedad extrema de los ecosistemas del centro peninsular durante el Aragoniense, nos dispusimos a rematar el trabajo para podrlo enviar a los organizadores de la última edición del EJIP.

Ellos lo recibieron, y seguidamente, como es habitual en las revistas científicas, lo mandaron a dos “referees” con conocimientos contrastados sobre el tema tratado (eso es lo que se conoce como sistema de revisión por pares). Una de las revisoras fue Laura Domingo, compañera de departamento y especialista en paleoclimatología con amplios conocimientos sobre Somosaguas. La otra fue Maite Alberdi, Profesora de Investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), que ha realizado numerosos artículos sobre cambios en la estructura ecológica de las faunas de mamíferos del Neógeno ibérico. Ellas leyeron el trabajo, hicieron sus comentarios y se los enviaron a los editores de Paleolusitana (la revista donde se iba a publicar). Finalmente, después de todo ese periplo, las revisiones nos llegaron a nosotros. Pues bien, aquí llega la parte más interesante… Ya no me acuerdo de todo lo que dijeron sobre el trabajo y los pequeños o grandes cambios que recomendaban… Pero de lo que sí me acuerdo es que ambas detectaron a la primera algo que a los cuatro co-autores del trabajo se nos había escapado…

¡Nos faltaba una especie por incluir el análisis!

Efectivamente, nos habíamos dejado a Democricetodon sp. La culpa era de Democricetodon larteti, que sí había sido incluido, despistándonos con respecto a la presencia adicional en el yacimiento de su especie hermana sin identificar todavía. Pero, en cualquier caso, nosotros no tenáimos disculpa… ¡Habíamos cometido un error garrafal!

Ahora sólo nos quedaba la posibilidad de corregirlo y arreglar el estropicio. Y únicamente disponíamos de tres días para lograrlo. Toda una odisea. Pero finalmente se logró arreglar la situación, se incluyó Democricetodon sp., se repitieron los análisis y se obtuvieron los nuevos resultados. Lo más sorprendente es que ya no había evidencias de ningún desierto en los alrededores de Somosaguas. Los dos métodos usados para analizar la estructura de tamaños corporales ofrecían el mismo resultado, sabana… Somosaguas era una sabana… otra vez (como siempre lo ha sido cada vez que hemos analizado algún nuevo aspecto de su ecología, sedimentología, mineralogía, etc…). Un único cambio producido por añadir una especie que faltaba había traido un cambio cualitativo a la interpretación del paisaje de Somosaguas.

Sin embargo, para todos aquellos que están familiarizados con estas metodologías de análisis o con los trabajos realizados desde PMMV para determinar su robustez, este desenlace puede resultar perturbador… Si quitamos una especie y cambia la determinación paleoambiental de una fauna, entonces estas metodologías son muy poco robustas. Sin embargo, García Yelo et al. (2006) y Gómez Cano et al. (2006) habían llegado a la conclusión de que eran todo lo contrario, muy robustas frente a este tipo de situaciones. Es más, habían calculado que era necesario que se eliminaran más de la mitad de las especies antes de que se apreciaran cambios significativos en la estructura ecológica de la fauna. Entonces, ¿qué ha pasado aquí? Resulta necesario darse cuenta de un hecho importante para poder explicarlo. En ambos trabajos se habían estudiado faunas que estaban claramente enmarcadas dentro de un bioma concreto, pero ¿qué pasaría si nos enfrentamos a una fauna que está en una situación periférica, cerca de un ecotono? Es posible que las metodologías no se mostrasen tan robustas.


Esa es precisamente la moraleja final que quiero extraer de toda esta historia… Dado que la interpretación paleoambiental de Somosaguas resulta muy voluble a la pérdida de una sola especie en el análisis, cabe la posibilidad de que nos estemos enfrentando a una situación de cercanía a un ecotono (aunque no tanto como suponíamos en un principio cuando tomamos mal los datos). Está claro que el estudio de los ecotonos resulta de gran interés y, sin embargo, es algo que solemos tener muy olvidado en las reconstrucciones paleoecológicas habituales. Por ahí se encaminarán nuestros futuros estudios sobre esta cuestión…


Referencias

  • García Yelo, B.A., Gómez Cano, A.R. & Hernández Fernández, M. 2006. Análisis bioclimático, cenogramas y muestreo en faunas de mamíferos: implicaciones para la aplicación de métodos de análisis paleoclimático. XXII Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología. León (España), 27-30 de Septiembre de 2006.
  • Gómez Cano, A.R., García Yelo, B.A. & Hernández Fernández, M. 2006. Cenogramas, análisis bioclimático y muestreo en faunas de mamíferos: implicaciones para la aplicación de métodos de análisis paleoclimático. Estudios Geológicos, 62 (1): 135-144. (PDF, 1.3 Mb)
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Perales, R., Serrano, H., García Yelo, B.A., & Hernández Fernández, M. (2009). Inferencias paleoambientales del Mioceno medio de Somosaguas (Pozuelo de Alarcón, Madrid) basadas en la estructura de tamaños corporales de su fauna de mamíferos. Paleolusitana, 1, 317-325

3 comentarios:

Manuel Hdez Fdez dijo...

Bueno, a todo esto... decir que reorganizamos todo el trabajo... pero parece ser que algo se nos quedo sin cambiar en el abstract... jejeje

Ángel M. Felicísimo dijo...

El asunto es muy interesante porque, como dices, corremos el riesgo de estar sacando conclusiones sobre bases muy endebles o, por ser formales, sobre modelos excesivamente sensibles. Cuando nosotros tenemos un problema así calculamos los modelos con muchas réplicas haciendo variar los factores que intervienen no sólo metiéndolos o sacándolos del modelo sino modificando sus valores dentro del rango de error estimado. Así tenemos una buena idea sobre la robustez de los resultados.
Me ha gustado el post porque habla de las "tripas" de los análisis, algo que obviamos con mucha frecuencia. Saludos.

Somosaguas dijo...

Pues a ver si cambia mucho el modelo cuando podáis corregir los otros dos errores que os señalé. De los errores siempre se aprende ¡Suerte!