Esta mañana las mazas brillaron por su ausencia, los estudiantes se dejaron los nudillos en el sedimento, el carbonato, cada vez más compacto y férreo, se resistió a nuestros acercamientos y acosos, los fósiles se anclaron más que nunca a su matriz... "creo que ha llegado el momento de comprar mazas", dijo Manuel ante esta grave situación suscitando aplausos y ovaciones. Así que, animadas por la compra incipiente, nos encaminamos en el bólido de Sole a la ferretería de Pozuelo de Alarcón: La Leonesa.
La Leonesa es un mundo paralelo donde todo existe: colonia Chispas, crema suavizante perfeccionadora Elvive Liso Keratina, chinchetas multicolores y, por supuesto, brochas, destornilladores y mazas de varias densidades. Sole negoció con la vendedora la adquisición de unas ferrallas de última generación y hasta logró, merced a unos encantos desconocidos de mercader que mantenía ocultos, la devolución de unos pegamentos imedio que habíamos comprado en nuestra inocencia y que los restauradores nos obligaron a "quitar de su vista" como si fueran los mismísimos nibelungos .
La verdad es que mazas de las buenas, de las que nos gustan, de las que nos enfrentan al sedimento como si fuera nuestro amigo, solo quedaba UNA, así que optamos por comprar esa y cuatro de otra calaña que según Manuel "Halaaaa, pero si estas son para poner suelos" y según Gema "que horror, pero si se doblan". Pero tenemos la conciencia tranquila, no había nada mejor, los estudiantes están contentos y ni llueve o hay vientos imposibles, ni se achicharran de calor. Hay unas nubes gratas y estamos excavando tan contentos con nuestras mazas blandas con viento cero bajo el resol.
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